No, no ha venido, ni vendrá. Ya puedo quitarme esta mariposa del estómago que creaba mis ilusiones, ya no sirven para nada, solo para incordiar. Todas las esperanzas se esfumaron y tras el vuelo de la bella mariposa incordiante, los párpados me vuelven a pesar.
"Piiiiiiii". Las 9:13 a.m.
Camino a través del pasillo. No pienses que es él, te dolerá más la decepción, pero es imposible no ilusionarse solo con imaginárselo. Descuelgo el telefonillo y pregunto quién es. No se obtiene respuesta. Será el cartero. Vuelvo a mi cama para intentar expulsar a esa mariposa que sin pedir permiso ha vuelto.
"Bip-bip".
Un mensaje entra a mi móvil y sigo sus órdenes. Salgo a la puerta, recojo la flor que se halla abandonada en la alfombrilla de la puerta, bajo una planta y allí esta él.
Y la mariposa revoloteó con más fuerza que nunca.

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