lunes, 31 de enero de 2011


Sábado. La luz del sol se cuela entre las rayitas de la persiana. Miro el reloj: las 9:01 a.m.
No, no ha venido, ni vendrá. Ya puedo quitarme esta mariposa del estómago que creaba mis ilusiones, ya no sirven para nada, solo para incordiar. Todas las esperanzas se esfumaron y tras el vuelo de la bella mariposa incordiante, los párpados me vuelven a pesar.

"Piiiiiiii". Las 9:13 a.m.

Camino a través del pasillo. No pienses que es él, te dolerá más la decepción, pero es imposible no ilusionarse solo con imaginárselo. Descuelgo el telefonillo y pregunto quién es. No se obtiene respuesta. Será el cartero. Vuelvo a mi cama para intentar expulsar a esa mariposa que sin pedir permiso ha vuelto.

"Bip-bip".

Un mensaje entra a mi móvil y sigo sus órdenes. Salgo a la puerta, recojo la flor que se halla abandonada en la alfombrilla de la puerta, bajo una planta y allí esta él.

Y la mariposa revoloteó con más fuerza que nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario